jueves, 30 de julio de 2020

Museo CYDT
Un dia como hoy hace 209 años murió  el  Padre de la Patria


Según lo cuenta  mi bisabuelo  materno, en una carta dirigida a mi madre 
Miguel Hidalgo fue el hermano de su bisabuelo , convirtiendo a Cristóbal Hidalgo Y Costilla en el vinculo directos que nos compete en la rama familiar materna.







Descendencia


Padres del Cura
Don Cristóbal Hidalgo Y Costilla  Ana Maria Gallaga

En la Hacienda de San Diego en  Guanajuato 
El 8 de mayo de 1753 nace el Padre de la Patria
Don Miguel Hidalgo y Costilla Gallaga , el tuvo tres hermanos uno de ellos ( el hermano menor) 
Manuel Mariano Y Costilla ,: nació en 1762 

Su hija ; Guadalupe Hidalgo y Costilla ( sobrina del padre de la patria y nieta de Cristóbal y Ana Maria , se caso Lic. Don Silvestre Perea 
Y tendrían  dos hijas Julia Y Pilar


Pilar  - hija de Guadalupe y Silvestre    

Se caso con -  Francisco Beltrán

Sus hijos -  Salvador Beltrán - 
Francisco de Asís Perea
Francisco se caso con Mercedes y tuvieron cinco hijos


Kilda , Francisco, Eudora, Cela y Zoe

Kilda ( mi abuela materna) nació el  9 de abril de 1909
Ella se caso con Edmundo Elizarrarás y tuvieron tres hijas

Edna ( Musa) , Kilda ( Kipi )  y Elsa ( mamá )

Elsa ( nieta de Francisco de Asís )  nació en Coyoacán el 15 de octubre de 1933

Ella se caso con Federico Cantú Fabila ( hijo de Luz Fabila y Federico Cantú )

Mis papás – Federico Y Elsa.
 Y de ahí Yo.


Fotos – carta de Francisco de Asís  a Elsa Elizarrarás 
Kilda escribe su descendencia paterna ligada a el Cura Hidalgo
Fotografía de Francisco de Asís Beltrán y la tatarabuela Pilar Perea Hidalgo
Oleo de Luz Fabila 
Obra Monumental de Federico Cantú de dicada al Padre de la Patria


sábado, 25 de julio de 2020

Cartujo

Museo CYDT

Cartujo – 1949-1950
Federico Cantú
Los años 40s en la obra de Federico Cantú , son de una gran introspección en la mística religiosa y nos es para menos contando con la gran amistad que había cultivado con quien se convertía en su mecenas en esta apoca – El Doctor MacKinley Helm , quien antes de dedicarse a la curaduría investigación y coleccionismo , había pasado sus primeros años como ministro de la iglesia protestante , sin embargo y depuse de su matrimonio con Frances , su visón religiosa se convertía en algo mas espiritual , sin duda mas relajado y al igual que Federico gozaban de entender y recuperar el arte sacro , primeramente ambos trabajan en el proyecto de el Mural de la Parroquia de San Miguel Allende , que paralelamente se desprendía de obras como , crucifixión , el manto de Santa Verónica , temas de anunciación , Dolorosa, Virgen y niño , Epifanía y muchas mas como Ángeles músicos , que tambien desarrollara como obra mural para la Residencia de los Helm en Boston y posteriormente en la Pinacoteca Virreinal en Mexico, y por supuesto habría que sumar la obra grafica dedicada a la Purísima de Monterrey con su Letanía Lauretana.


Muchas de estas obras sacras, partieron de grandes bocetos que se transformarían en placa de grabado al buril , y es ahí donde Federico culmina esta década con la aparición del Cartujo: y que mejor manera de vincular a Eremita en el triunfo de la muerte , que con la visión contemplativa de los Monjes Cartujos.
Si bien Federico, poseedor de una gran espiritualidad creativa , no dejaba grandes testimonios del caudal de obras surgidas por su mano, Cartujo se convirtió en la segunda obra sacra por encargo despues de la famosa Letanía Lauretana .
Gracias a testimonios fotográficos ahora sabemos que Federico trabajo paralelamente en dos versiones de Cartujo en lienzo pintado al oleo , ambas dos muy cercanas a lo trazado al buril. De paso y como gran conocedor de la cultura Francesa y sus existo licores , gustaba de saborear el Chartreuse que le recordaba toda esa época vivida en Paris!
La Orden de los Cartujos (en francés Ordre des Chartreux y en latín Ordo Cartusiensis, abreviado «OCart») es una orden contemplativa de la Iglesia católica, fundada por San Bruno en el año 1084. Su lema, en latín, es Stat Crux dum volvitur orbis ("La Cruz estable mientras el mundo da vueltas", o "Cruz constante mientras el mundo cambia"). Las órdenes contemplativas, incluyendo a los cartujos, son la espiritualidad con menor número de miembros (Las monjas son mayoría en las órdenes contemplativas).1
La orden cartuja es de las más austeras en la práctica, esto es, caracterizada por la sencillez y moderación, además de rigurosa en el cumplimiento de las normas morales. A lo largo de su historia ha permanecido en la pobreza sin dejarse tentar por el lujo. Los monasterios de los cartujos son conocidos como cartujas y en ellos buscan los monjes una vida de contemplación y oración. La regla o regula de los cartujos recibe el nombre de Estatutos, que se basan en la Regla de San Benito, pero con añadidos propios.
Cada cartuja está gobernada por un prior elegido por los padres y hermanos del monasterio. Es el responsable del monasterio y de las necesidades espirituales y materiales de los monjes. La orden cartujana siempre se ha resistido a las sugerencias de Roma de elevar a sus priores al rango de abades, a causa del ceremonial y la pompa que esto lleva consigo. El prior coloca a los monjes en los distintos cargos.
El vicario es el suplente del prior. Para ayudar en la administración del monasterio, hay un consejo privado formado por el prior, el vicario, el procurador, un monje (padre o hermano) elegido por el prior, y otro elegido por la comunidad.
Los monjes cartujos guardan los tres votos de pobreza, castidad y obediencia, pero además guardan dos votos extras, que son el de estabilidad en el monasterio y el voto de conversión de costumbres, en el cual se busca un crecimiento de entrega hacia el Señor.
Hay dos clases de monjes: los padres cartujos, que reciben la ordenación sacerdotal, y los hermanos cartujos, que no la reciben. Dentro de los hermanos, pueden ser hermanos conversos, que hacen la profesión de votos, igual que los padres, y los hermanos donados, que no hacen votos solemnes de por vida.
Dentro de la cartuja puede haber, aunque es poco frecuente, el estatus de familiar, personas que llevan vida semimonástica, y ejercen funciones similares a las de criados o asistentes.
Las cartujas requieren de gran extensión de terreno debido a que los monjes son eremitas que viven en comunidad. Disponer de espacio les permite tanto el aislamiento como la unión para lograr llevar a cabo su carisma contemplativo. La vida contemplativa de los monjes cartujos discurre en parte aislada (solitaria), y en parte en comunidad.
Pintura del claustro cartujo del monasterio de Santa María de las Cuevas, Sevilla por Francisco de Zurbarán. La escena muestra a Hugo de Grenoble en un monasterio cartujo
Chartreuse. Licor tradicional francés elaborado a partir de hierbas. Se denomina así en honor al monasterio cartujo de Grande Chartreuse, de donde procede, que toma a su vez el nombre del macizo de la Chartreuse, en los Alpes, la región de Francia donde se ubica el monasterio.
La orden religiosa fue fundada por San Bruno a finales del siglo XI, siendo una de las ordenes monásticas cristianas más antiguas del mundo. Sin embargo, no fue hasta comienzos del siglo XVII que el Mariscal d’Estrées entregó a los monjes cartujos de Vauvert, en París, un manuscrito que revelaba la fórmula de un elixir de larga vida, cuyo origen nadie conoce. En aquella época los monjes eran de los pocos que tenían los conocimientos necesarios para trabajar con plantas, no obstante la receta tampoco era la panacea ya que sólo fue empleada durante unas décadas en Paris.
Casi un siglo más tarde, en 1737, los cartujos de Grenoble decidieron tomar un poco más en serio aquella receta e hicieron un estudio más exhaustivo, finalmente dieron con una fórmula que ha llegado hasta nuestros días bajo el nombre de Elixir Vegetal de la Grande-Chartreuse, elaborado a partir de una mezcla secreta de 130 hierbas y con 71º de volumen de alcohol. Se consume de manera similar a la absenta, diluyendo un terrón de azúcar.
Los licores fabricados por los padres cartujos no contiene naditivos químicos. Los colores provienen de las plantas que lo componen. Tras su maceración en un alcohol seleccionado, se elabora a partir de 130 hierbas. El acoholado resultante se mezcla con miel destilada y jarabe de azúcar antes de envejecer en barricas de roble. La receta sigue siendo un secreto. No es patentada y sólo la conocen dos monjes que la transmiten generación tras generación. La mezcla de las hierbas se prepara en la "sala de las plantas" del monasterio, y es llevada a la destilería en grandes sacos de tela.
Al comienzo, la comercialización era limitada. El Hermano Carlos viajaba en mula a Grenoble y Chambéry para vender los licores. El Chartreuse Verde, también llamado Licor de la Salud, es una versión surgida en 1764, que posee 55 grados. Resultó muy exitoso en la región de Dauphiné.
La Revolución Francesa dispersó a los monjes y, en 1793, se decidió realizar una copia del manuscrito original, que se conservó en el monasterio. El padre que llevaba consigo la copia fue detenido y enviado a Burdeos, pero se las ingenió para que llegara a manos de otro monje, refugiado cerca del monasterio. Este último, con la creencia de que la Orden de los Cartujos no podría reestablecerse, dio la copia a Liotard, un farmacéutico de Grenoble.
A su muerte, el documento regresó al Monasterio de la Grande-Chartreuse, al que los monjes habían regresado en 1816. El Chartreuse amarillo, más dulce y suave que sus antecesores, se crea en 1838, y tiene 40 grados.
Expulsados de Francia en 1903, los Cartujos se trasladan a Tarragona, España, en donde instalan una destilería para la fabricación de su ya famoso licor. También en Marsella lo elaboraron, desde 1921 hasta 1929, con el nombre de Tarragona.

viernes, 3 de julio de 2020

Museo CYDT




Federico Cantú 1907-1989  y la obra Mural Historica
De la Crónica Mexicana, de Domingo Chimalpáhin:

…en este año murió el señor Moteuczomatzin Xocóytl, tlatoani de Tenochtitlan, en el mes de julio, y en tecuilhuitontli, según la antigua cuenta de las veintenas; entonces, perseguidos, los españoles se fueron a Tlaxcallan, tras salir de Tenochtitlan huyendo de noche.1
De las Cartas de Relación de Hernán Cortés:
Desamparada así la fortaleza, con mucha riqueza así de vuestra alteza como de los españoles y mía, me salí lo más secreto que yo pude, sacando conmigo un hijo y dos hijas del dicho Mutezuma y Cacamacín, señor de Aculuacán, y al otro su hermano que yo había puesto en su lugar, y a otros señores de provincias y ciudades que allí tenía presos. Y llegando a las puentes que los indios tenían quitadas, a la primera de ellas se echó la puente que yo traía hecha, con poco trabajo, porque no hubo quien la resistiése, excepto ciertas velas que en ella estaban, las cuales apellidaban tan recio que antes de llegar a la segunda estaba infinita gente de los contrarios sobre nosotros, combatiéndonos por todas partes, así desde el agua como de la tierra; y yo pasé presto con cinco de caballo y cien peones, con los cuales pasé a nado todas las puentes y las gané hasta la tierra firme. Y dejando aquella gente a la delantera, torné a la rezaga donde hallé que peleaban reciamente, y que era sin comparación el daño que los nuestros recibían, así los españoles como los indios de Tascaltecal que con nosotros estaban, y así a todos los mataron, y muchas naturales de los españoles; y asimismo habían muerto muchos españoles y caballos y perdido todo el oro y joyas y ropa y otras muchas cosas que sacabamos, y toda la artillería. 



Recogidos los que estaban vivos, echélos adelante, y yo con tres o cuatro de caballo y hasta veinte peones que osaron quedar conmigo, me fui en la rezaga peleando con los indios hasta llegar a una ciudad que se dice Tacuba, que está fuera de la calzada, de que Dios sabe cuánto trabajo y peligro recibí; porque todas las veces que volvía sobre los contrarios salía lleno de flechas y viras y apedreado, porque como era agua de la una parte y de otra, herían a su salvo sin temor. A los que salían a tierra, luego volvíamos sobre ellos y saltaban al agua, así que recibían muy poco daño si no eran algunos que con los muchos se tropezaban unos con otros y caían y aquellos morían. Y con este trabajo y fatiga llevé toda la gente hasta la dicha ciudad de Tacuba, sin me matar ni herir ningún español ni indio, sino fue uno de los de caballo que iba conmigo en la rezaga; y no menos peleaban así en la delantera como por los lados, aunque la mayor fuerza era en las espadas por do venía la gente de la gran ciudad. 
Y llegando a la dicha ciudad de Tacuba hallé toda la gente remolinada en una plaza, que no sabía donde ir, a los cuales yo di prisa que se saliesen al campo antes que se recreciese más gente en la dicha ciudad y tomasen las azoteas, porque nos harían de ellas mucho daño. Y los que llevaban la delantera dijeron que no sabían por donde habían de salir, y yo los hice quedar en la rezaga y tomé la delantera hasta los sacar fuera de la dicha ciudad, y esperé en unas labranzas; y cuando llegó la rezaga supe que habían recibido algún daño, y que habían muerto algunos españoles e indios, y que se quedaba por el camino mucho oro perdido, lo cual los indios cogían; y allí estuve hasta que pasó toda la gente peleando con los indios, en tal manera, que los detuve para que los peones tomasen un cerro donde estaba una torre y aposento fuerte, el cual tomaron sin recibir algún daño porque no me partí de allí ni dejé pasar los contrarios hasta haber tomado ellos el cerro, en que Dios sabe el trabajo y fatiga que allí se recibió, porque ya no había caballo, de veinte y cuatro que nos habían quedado, que pudiese correr, ni caballero que pudiese alzar el brazo, ni peón sano que pudiese menearse. Llegados al dicho aposento nos fortalecimos en él, y allí nos cercaron y estuvimos cercados hasta noche, sin nos dejar descansar una hora. En este desbarato se halló por copia, que murieron ciento cincuenta españoles y cuarenta y cinco yeguas y caballos, y más de dos mil indios que servían a los españoles, entre los cuales mataron al hijo e hijas de Mutezuma, y a todos los otros señores que traíamos presos.

De los testimonios indígenas recopilados en Visión de los Vencidos:
Cuando hubo anochecido, cuando llegó la medianoche, salieron los españoles en compacta formación y también los tlaxcaltecas todos. Los españoles iban delante y los tlaxcaltecas los iban siguiendo, iban pegados a sus espaldas. Cual si fueran un muro se estrechaba con aquéllos. 
Llevaban consigo puentes portátiles de madera. Los fueron poniendo sobre los canales: sobre ellos iban pasando.
En aquella sazón estaba lloviendo, ligeramente como rocío, eran gotas ligeras, como cuando se riega, era una lluvia muy menuda.
Aún pudieron pasar los canales de Tecpantzingo, Tzapotlan, Atenchicalco. Pero cuando llegaron al de Mixcoatechialtitlan, que es el canal que se halla en cuarto lugar, fueron vistos: ya se van fuera.
Una mujer que sacaba agua los vio y al momento alzó el grito y dijo:
—Mexicanos… ¡Andad hacia acá: ya se van, ya se van traspasando los canales vuestros enemigos!… ¡Se van a escondidas!…
Entonces gritó un hombre sobre el templo de Huitzilopochtli. Bien se difundió su grito sobre la gente, todo mundo oía su grito:
—Guerreros, capitanes, mexicanos… ¡se van vuestros enemigos! Venid a perseguirlos. Con barcas defendidas con escudos… con todo el cuerpo en el camino.
Y cuando esto se oyó, luego un rumor se alza. Luego se ponen en plan de combate los que tienen barcas defendidas. Siguen, reman afanosos, azotan sus barcas, van dando fuertes remos a sus barcas. Se dirígen hacia Mictlantonco, hacia Macuiltepec.
Las barcas defendidas por escudos, por un lado y otro vienen a encontrarlos. Se lanzan contra ellos. Eran barcas guarnicionales de los Tenochtitlan, eran barcas guarnicionales de los de Tlatelolco. 
Otros también fueron a pie, se dirigieron rectamente a Nonohualco, encaminando hacia Tlacopan. Intentaban cortarles la retirada. 
Entonces los que tripulaban las barcas defendidas por escudos, lanzaron sus dardos contra los españoles. De uno y de otro lado los dardos caían.
Pero los españoles también tiraban a los mexicanos. Lanzaban pasadores, y también tiros de arcabuz. De un lado y de otro había muertos. Eran tocados por las flechas los españoles, y eran tocados los tlaxcaltecas. Pero también eran tocados por los proyectiles los mexicanos.
Pues cuando los españoles hubieron llegado a Tlaltecayohuacan, en donde es el Canal de los Toltecas, fue como si se derrumbaran, como si desde un cerro se despeñaran. Todos allí se arrojaron, se dejaron ir al precipicio. Los de Tlaxcala, los de Tliliuhquitepec, y los españoles, y los de a caballo y algunas mujeres.
Pronto con ellos el canal quedó lleno, con ellos cegado quedó. Y aquellos que iban siguiendo, sobre los hombres, sobre los cuerpos, pasaron y salieron a la otra orilla.
Pero al llegar a Petlacalco en donde hay otro canal, en paz y quietamente lo pasaron sobre el puente portátil de madera.
Allí tomaron reposo, allí cobraron aliento, allí se sintieron hombres. 
Y cuando hubieron llegado a Popotla amaneció, esclareció el cielo: allí, refrigerados ya, a lo lejos tenían combate. 
Pero allí llegaron dando alaridos, hechos una bola en torno de ellos los mexicanos . . 


De la Relación de la Conquista de Fray Bernardino de Sahagún:
Los capitanes valerosos muestran su valor y su industria en las mayores necesidades, y ansí el valeroso capitán D. Hernando Cortés, mostró su animosidad y industria, a un tiempo él y los suyos estaban a punto de perderse acorralados y cercados dentro de su mismo fuerte, y sin esperanza de ningún socorro sino de sólo Dios. Esforzado con esta esperanza y con su valeroso ánimo, habló a todos los suyos que se aparejasen para salir de aquel peligro en que estaban, así en lo temporal como en lo espiritual. Dijoles tales cosas acerca destos dos puntos, que los que estaban desesperados de su vida y aun de su salvación, fueron movidos a confianza de salvar sus vidas y sus almas, y hicieron alegremente todos lo que él les persuadió que hiciesen en lo espiritual y en lo corporal; de manera que aparejados con fianza para poder salir, y salvar sus vidas pasando por medio de sus enemigos innumerables a la honra que él les dijo que saliesen con confianza y con esfuerzo, salieron por donde él mandó, y por el concierto que él puso en la manera de proceder su camino. Esto fue a la media noche, y salieron todos con gran orden y con gran silencio, comenzando a proceder por su camino, llevando las puentes levadizas consigo. El primer foso que toparon pasáronle con las puentes: este lugar se llama Tecpantzinco. Habiendo pasado este foso, una muger que iba a tomar agua del, viólos como iban en silencio, y todos ordenados, y luego dio voces llamando a los mexicanos para que saliesen contra sus enemigos que secretamente se iban huyendo. A la voz de esta muger despertó una de las velas que guardaban, que era un hombre con otros que estaban encima de una torre o Cú de Huitzilopochtli, y mirando, vio como iban todos los españoles fuera del fuerte, y comenzó a dar voces que se oyeron entre todos los mexicanos para que acudiesen a cerrar el camino a sus enemigos que se iban. Luego por el agua y por la tierra comenzaron a venir en canoas y a pie gran multitud de soldados, y comenzóse a trabar la batalla entre los españoles y los mexicanos, y el capitán D. Hernando Cortés comenzó a discurrir por el medio los suyos desde la retaguardia hasta la vanguardia peleando y esforzando a los suyos con voces muy amorosas y estimulativas. Desque llegaron los españoles a un foso más ancho que los otros, que se llama Tolteacali, por la gran prisa que les deban de ambas partes del camino, comenzaron a caer en aquel foso, y cayeron tantos, que de españoles y de indios, y de caballos y de cargas, el foso se hinchó hasta arriba, cayendo los unos sobre los otros, y los otros sobre los otros; de manera que todos los de bagaje quedaron allí ahogados, y los de la retaguardia pasaron sobre los muertos. Los españoles que aquí quedaron muertos fueron trescientos, y de los tlaxcaltecas y otros indios amigos fueron más de dos mil

De la Historia Verdadera de Bernal Díaz del Castillo:
Pues de que supimos el concierto que Cortés había hecho de la manera que habíamos de salir e ir aquella noche a los puentes, y como hacía algo oscuro y había niebla y lloviznaba, antes de medianoche se comenzó a traer la puente y caminar el fardaje y los caballos y la yegua y los tascaltecas cargados con el oro; y de presto se puso la puente y pasó Cortés y los demás que consigo traía primero, y muchos de caballo.Y estando en esto suenan las voces y cornetas y gritas y silbos de los mexicanos, y decían en su lengua a los tel Tatelulco: “¡Salí presto con vuestras canoas, que se van los teules, y atajaldos, que no quede ninguno a vida!”. Y cuando no me cato, vimos tantos escuadrones de guerreros sobre nosotros y toda la laguna cuajada de canoas, que no nos podíamos valer, y muchos de nuestros soldados ya habían pasado. 
Y esperando desta manera, cargan tanta multitud de mexicanos a quitar la puente y a herir y matar en los nuestros, que no se daban a manos. Y como la desdicha es mala en tales tiempos, ocurre un mal sobre otro: como llovía, resbalaron dos caballos y caen en la laguna. Y como aquello lo vimos yo y otros de los de Cortés, nos pusimos en salvo de esa parte de la puente, y cargaron tanto guerrero, que por bien que peleábamos, no se pudo más aprovechar de la puente. Por manera que en aquel paso y abertura de agua presto se hinchó de caballos muertos y de indios e indias y naborias y fardaje y petacas. Y temiendo no nos acabasen de matar, tiramos por nuestra calzada adelante y hallamos muchos escuadrones que estaban aguardándonos con lanzas grandes, y nos decían palabras vitupiriosas, y entre ellas decía: “¡Oh cuilones, y aún vivos quedáis!” Y a estocadas y cuchilladas que les dábamos pasabamos, aunque hirieron allí a seis de los que íbamos. Pues quizá había algún concierto cómo lo habíamos concertado; ¡maldito aquél! Porque Cortés y los capitanes y soldados que pasaron primero a caballo por salvarse y llegar a tierra firme y asegurar sus vidas aguijaron por la calzada adelante, y no la erraron; también salieron en salvo los caballos con el oro y los tascaltecas. Y digo que si aguardáramos, ansí los de a caballo como los soldados, unos a otros en las puentes, todos feneciéramos, que no quedara ninguno a vida. 




Y la causa es ésta: porque yendo por la calzada, ya que arremetíamos a los escuadrones mexicanos, de la una parte es agua y de la otra parte azoteas, y la laguna llena de canoas. No podíamos hacer cosa ninguna, pues escopetas y ballestas, todas quedaban en la puente, y siendo de noche, ¿qué podíamos hacer sino lo que hacíamos? ¿Qué era arremeter y dar algunas cuchilladas a los que nos venían a echar mano, y andar y pasar adelante hasta salir de las calzadas? Y si fuera de día, muy peor fuera. Y aun los que escapamos fue Nuestro Señor servido de ello.Y para quien no vio aquella noche la multitud de guerreros que sobre nosotros estaban, y las canoas que dellos andaban arrebatar nuestros soldados, es cosa de espanto. Ya que íbamos por nuestra calzada adelante, cabe el pueblo de Tacuba, adonde ya estaba Cortés con todos los capitanes, Gonzalo de Sandoval y Cristóbal de Olí, y otros de caballo de los que pasaron delante, decían a voces: “Señor capitán, aguardemos, que vamos huyendo y los dejamos morir en las puentes, tornémoslos a amparar, si algunos han quedado, y no salen ni vienen ninguno.” Y la respuesta de Cortés fue que los que habíamos salido era milagro. Y luego volvió con los de a caballo y soldados que no estaban heridos, y no anduvieron mucho trecho, porque luego vino Pedro de Alvarado bien herido, a pie, con una lanza en la mano, porque la yegua alazana ya se la había muerto, y traía consigo cuatro soldados tan heridos como él y ocho tascaltecas, todos corriendo sangre de muchas heridas. Y entre tanto que fue Cortés por la calzada con los demás capitanes, reparamos en los patios de Tacuba. Ya habían venido de México muchos escuadrones, dando voces a dar mandado a Tacuba y a otro pueblo que se dice Escapulzaco. Por manera que comenzaron a tirar cara y piedra y flecha y con sus lanzas grandes, y nosotros hacíamos algunas arremetidas en que nos defendíamos y ofendíamos. 
Volvamos al Pedro de Alvarado, que como Cortés y los demás capitanes le encontraron de aquella manera y vieron que no venían más soldados, se le saltaron las lágrimas de los ojos…







jueves, 25 de junio de 2020

Museo CYDT


Por ahí dicen que no soy mexicano , porque de mis cuadros no escurre mole!


Federico ; surgido de la Escuela al Aire libre de Coyoacán y despues de su paso por la Académie Colarossi y Le Grande Chaumiere durante Les Années folles commencent en 1920 et se terminent en 1929 en Paris , Federico legara a nuestra cultura un numero basto de murales y obras monumentales en America . su cercana amistad con tres grandes propuestas : La Raza cósmica de Vasconcelos, La visión de Anáhuac de Alfonso Reyes y “Los dioses de México” D'un voyage au pays des Tarahumaras en la mirada de Antonin Artaud repercutirán en el pensamiento creativo de este gran maestro. 




Por estos antecedentes los mexicanos que vivían el Paris de las entre guerras pensaban y pintaban diferente, a los que permanecían en México, Sin embargo pintaran y entenderán La religión mitología y el nacionalismo de una manera única.
D'un voyage au pays des Tarahumaras, Éditions de la revue Fontaine, Paris, 1945
Donde Nos revela el mundo de un hombre agobiado, no tanto por la locura que padece como por el tratamiento psiquiátrico, ahí encuentra a sus iguales. Territorio donde las esfinges vivientes aparecen grabadas por la naturaleza en la montaña, símbolos de la santidad que Artaud confiere a tal tierra.
Y De nuevo recordamos toda esta serie de esfinges pre hispánicas labradas por Cantú en diferentes obras murales.
Decía Inés Amor :
Al principio ( Antonin Artaud ) me daba miedo pero poco a poco me fui acostumbrando a su presencia, en ese entonces pocos sabían lo que era el surrealismo.
También cuenta Inés, como Artaud presencio el disgusto de Diego Rivera quien le reclamo a Inés por haber vendido un cuadro en 500 pesos, cantidad que en la época se consideraba espectacular y como a sugerencia de Cantú consiguió para Artaud, morfina por conducto de un doctor amigo de ella. De ahí que en muchas ocasiones Artaud se encontrara en Trance.
Otro factor que ayudo en buena parte a la convivencia entre Antonin Artaud y Federico Cantú fue que los dos, no solamente eran solteros, se comportaban como tal, casi de la misma forma que Picasso en Montparnasse.
Bo




martes, 23 de junio de 2020

Museo CYDT


La inmortalidad, son menesteres del Arte

LOS RECUERDOS NACEN COMO LOS NIÑOS,

POR UN ACTO DE AMOR.

 

Cundo el Lic. Gilberto Miranda le pregunto a mi abuelo – Federico! y como esta eso de que pintaste a tu nieto , Paco y a Fede como Arlequín y que no pintaste nunca a Bo?

Papanano le respondió : Pues ese desgraciado! esta representado en un sinnúmero de obras:  él es mi bebe del IMSS y Elsa la madona.

El tema de Mamalí, fue también muy interesante : Primero apareció en el tríptico de Lord Byron, que se mostro en Exposition Park en 1929, en una exposición antes que la que tuviera José Clemente Orozco en 1930.
Casi una década despues Rosenblueth la pinto en una serie de obras magnificas, muy al estilo de Carlos Orozco Romero, pero tambien aparece como Maestra rural en 1940.
En la foto aparecemos Mamalí y yo en el jardín de Tlalpan, unos meses antes de su fallecimiento.



Papanano se pinto incansablemente y aquí una muestra de un autorretrato que utilizo en su ultima exposición en Monterrey NL aproximadamente en 1982 . – decía – Cada vez mis rasgos son mas diabólicos -
Tambien pinto durante toda su juventud  grandes obras en la que aparece mi papá.
En la foto tambien en el jardín de Tlalpan esta él mi papá y Gloria.

Gloria Calero Sierra ( nieta de Justo Sierra y esposa de mi abuelo )  igual alcanza tantas representaciones como la madona del IMSS , aquí dos ejemplo :  Primeramente este fabuloso retrato que le pinta Siqueiros en 1931 , en la época que Gloria estaba casada con Chano Urueta ( hermano de Cordelia Urueta), y despues la obra titulada , Primer Retrato de Gloria con tristemente de 1936, que es realmente maravilloso.

En una época, decidí colocar como conjunto tres obras que podrían explotar entre si,
Gloria con Tristemente en un muro , y de un lado la obra “Susana y los viejos” ( que es un magnifico desnudo de Margo ) y de frente la maestra rural pintado por Mamalí – recuerdo que siempre me decía  cuando pasaba por el cuadro y me le quedaba viendo – En esa época yo era un mango!



Asi son las obras de arte , siempre te narran historias ocultas , de ahí la necesidad de que los pintores y escultores nos hablen en vida de ellas para poderlas inmortalizar con bellas historias.

PD todas las obras que incluyo han sido expuestas en diferentes recintos de primera línea:
Philadelphia Museum of Art
Art Club Chicago
Palacio de las Bellas Artes
MUNE
Exposition Park LA California
Museo Amparo
Museo de Sinaloa
Museo de Arte Moderno
MOMA
Sala de exposición IMSS
Galeria de Arte Mexicano
Museo de Arte de Sinaloa
MUNAL
Museo de Linares

sábado, 13 de junio de 2020

Museo CYDT




Mexican Painters, 1940
Mexican Painters: Rivera, Orozco, Siqueiros, Cantu and Other Artists of the Social Realist School
MacKinley Helm is an author.
American writer and collector. Among his books is Mexican school of painting
Definitive introduction to the art and artists of Mexico during great artistic movements of the 20s and 30s. In-depth discussion of major figures—Diego Rivera, Jose Clemente Orozco and David Alfaro Siqueiros — as well as 40 other artists: Guerrero Galvan, Federico Cantú, Guillermo Meza, Frida Kahlo , Maria Izquierdo , Chavez Morado more. Fascinating insights, political and social movements, historical context, etc. 95 illustrations.
MacKinley Helm (born 1896; died 1963) was an American writer and collector.
Among his friends during this period were Ines Amor, Alfred Barr, Henry Klifford, Federico Cantú, and William Spratling, which placed MacKinley Helm in a good position to write about these artists, and his book is now considered the best introduction to the art and artists of Mexico during the great artistic movements of the twenties and thirties.
Helm married Frances Lathrop Hammond (1894–1973)
Books
• 1936: After Pentecost: a history of Christian ideas and institutions from Peter and Paul to Ignatius of Antioch. New York: Harper
• 1941: Modern Mexican Painters. New York: Harper
• 1943: Story of Pipila
• 1942: Angel Mo' and her son, Roland Hayes. Boston: Little, Brown
• 1946: A Matter of Love, and other baroque tales of the provinces. New York: Harper
• 1948: John Marin. Boston: Pellegrini & Cudahy (reissued: New York: Kennedy; Da Capo Press, 1970)
• 1948: Journeying through Mexico. Boston: Little, Brown
• 1949: A Month of Sundays, and other baroque tales of the provinces. London: Harvill Press
• 1953: Spring in Spain. London: Gollancz
• 1953: Man of Fire; J. C. Orozco: an interpretative memoir. Boston: Institute of Contemporary Art
• 1956: Fray Junipero Serra: the great walker. Stanford, Calif.: Stanford University Press (play)


MacKinley Helm , Frances Helm , Gloria Calero de Cantú , Federico Cantú
San Miguel Allende 1943






Modern Mexican Artists 1937
Frances Toor (1890–1956) was an American author, publisher, anthropologist and ethnographer who wrote mainly about Mexico and Mexican indigenous cultures She earned a B.A. and an M.A. in anthropology from University of California at Berkeley. She moved to Mexico City in 1922. In 1925, she founded the journal Mexican Folkways (published until 1937)
Carlos Mérida (December 2, 1891 – December 21, 1985) was a Guatemalan artist who was one of the first to fuse European modern painting to Latin American themes, especially those related to Guatemala and Mexico. He was part of the Mexican muralism movement in subject matter but less so in style, favoring a non-figurative and later geometric style rather than a figurative, narrative style. Mérida is best known for canvas and mural work, the latter including elements such as glass and ceramic mosaic on major constructions in the 1950s and 1960s. One of his major works, 4000m2 on the Benito Juarez housing complex,
Mérida’s art career began when he was still a teenager. His family’s move back to Guatemala City put him in touch with various artists and intellectuals. At age nineteen, he approached Catalan artist and writer Jaime Sabartés, who helped Mérida organize his first individual exhibition at the offices of the El Economista newspaper in Guatemala City in 1910
As there was little opportunity for artists in Guatemala, in 1910, Mérida traveled to Paris with a friend named Carlos Valenti on a German cargo ship.From then until 1914, he lived and worked in Paris and traveled much of Europe. This put him in touch with European avant garde artists such as Van Dagen, Amedeo Modigliani, Pablo Picasso and Piet Mondrian as well as Latin American artists studying in Europe such as Diego Rivera, Jorge Enciso, Ángel Zárraga and Dr. AtlHe exhibited his work in venues such as the Independent Salon and the Giroux Gallery in Paris.For unknown reasons, his traveling companion committed suicide in his studio, which affected Mérida deeply and temporarily losing interest in art. He was helped in overcoming this by Roberto Montenegro


Bo
CYDT Collection

miércoles, 3 de junio de 2020

Museo CYDT



10 things to know about Pierre-Auguste Renoir 

A guide to the artist who was one of the founding fathers of Impressionism, and is famed today for his lush depictions of female sensuality — featuring works offered at Christie’s
• Renoir’s early life was shaped by poverty
Pierre-Auguste Renoir was born in 1841 in Limoges in south-west France. His father was a tailor and his mother was a dressmaker, which is perhaps significant given that he would go on to become fascinated by fashion.
In his early life he was appreciated more for his singing than for his drawing. He took music lessons until his family encountered financial difficulties, which forced him to leave school and begin work as a painter in a porcelain factory.
As a young man Renoir moved to Paris, entered the Ecole des Beaux-Arts and later joined the studio of Charles Gleyre (1806-1874). Although he sometimes didn’t have enough money to buy paint, he lived close to the Louvre, where he enjoyed studying the works of the Old Masters.











• He was one of the main founders of Impressionism
In 1869 Renoir began sketching beside the water at La Grenouillère, outside Paris, with Claude Monet. This was a seminal moment in the history of art as the two men simultaneously developed several of the theories, techniques and practices that would give rise to Impressionism, including using loose brushstrokes to capture the effects of light and movement on the trees and water at various times of day.
Renoir’s sun-dappled Sentier dans le bois, painted in 1874, is quintessentially Impressionist, focussing on the artist’s fleeting sensations before nature. The vibrating tissue of broken brushstrokes, a revolutionary departure from Salon norms, evokes the flickering play of sunlight as well as the gentle rustling of the breeze.
In L’ombrelle, painted in 1878, Renoir depicts the quintessential Impressionist subject of the fashionably attired Parisienne within a scene of abundantly flowering nature. The painting exemplifies the artist’s ideal of harmoniously integrating a figure into an outdoor setting, and of capturing the effects of light and shade in a range of dazzling colours.
• Renoir’s Impressionist work was rejected by the Salon
• On occasion during the 1860s, Renoir submitted paintings that were accepted into the famous Salon exhibitions, as did Monet. But as their painterly experiments gathered pace in the 1870s, both artists found their works were repeatedly rejected.
• Eventually, they ceased submitting pictures for consideration and when Monet started his own independent artists’ society, which became known as the Impressionists, Renoir was one of the first to join. He displayed six paintings in the First Impressionist Exhibition in April 1874.
• Renoir painted figures in fashionable dress, positioning his models in modern settings: crowded boulevards, cafés, theatres, sun-dappled parks, and elegantly appointed domestic interiors. Even when the setting is little more than a curtain of greenery, the play of light across figure and ground alike suggests a specific, fleeting moment.



Some of his most famous works from this period include Dance at the Moulin de la Galette (Musée d’Orsay, Paris) and La Loge (Courtauld Gallery, London).
• eanne Samary (above) was one of the most celebrated actresses in Paris when she first sat for Renoir in 1877. Between 1877 and 1880, Renoir depicted Samary in no fewer than eight oils and four pastels, more than any other single sitter.
• Renoir mixed with the Parisian elite, from writers to restaurateurs to bankers
Renoir’s ability to capture the crowd garnered the attention of the Parisian elite. Soon his list of patrons included such notable figures as patissier, restaurateur and collector Eugène Murer, and Madame Georges Charpentier, whose salons were attended by the likes of Flaubert, Zola and Manet.
In 1878, at Charpentier’s home, Renoir met banker Paul Bérard. Renoir regularly visited Bérard’s country house in Wargemont where he experimented with seascapes and still lifes, as well as painting portraits of Bérard’s children.
• His 1881-1882 trip abroad was a watershed moment
During the 1870s Renoir had painted several ambitious Orientalist scenes, including a somewhat risqué transposition of Delacroix’s masterpiece, Les femmes d’Alger. In 1881 he followed in the footsteps of Delacroix by travelling to Algeria, becoming the only one of the Impressionists ever to experience the region first-hand.
From Algeria he travelled to Madrid to study the paintings of Velázquez, before heading to Italy where he realised a long-held ambition by viewing masterpieces by Raphael, Titian and and other Renaissance masters. He also studied the ancient frescoes of Pompeii, and travelled to Sicily, where he visited Richard Wagner, and painted the composer’s portrait in just 35 minutes. It was on this trip that he began to seek what he recalled as ‘broad harmonies without any longer preoccupying myself with the small details which dim the sunlight’.
Renoir returned to France a changed man, adopting a linear classical style influenced by the work of Ingres and Boucher, working more in a studio than in the open air, and increasingly focusing on mythology and the female form.
• Renoir turned away from Impressionism, but the critical reaction was lukewarm
‘I had wrung Impressionism dry,’ Renoir told Ambroise Vollard late in his life. ‘I finally came to the conclusion that I knew neither how to paint nor draw.’ This realisation sparked a three-year period of intense questioning and experimentation, during which Renoir reintroduced traditional notions of draughtsmanship into his art.
He abandoned scenes of modern life, accepted only a very few portrait commissions, and left many smaller figure studies unfinished. Although he continued to produce landscapes and still-lifes, his attention was focused on a series of major figure paintings, in which he consolidated his new, linear style
By the opening weeks of 1887, the artist had put the finishing touches on Les grandes baigneuses, the culmination of his series of sculptural nudes in impressionistically rendered landscapes. He had high hopes for the monumental painting, which he had worked on for three years, and told Bérard that his goal was to ‘beat Raphael’. When the painting was exhibited in May at the Galerie Georges Petit, however, critical response was mixed.
• Renoir had three sons, including the film-maker Jean Renoir
By early 1888, Renoir had changed direction yet again, pronouncing to his dealer, Paul Durand-Ruel, that ‘I have taken up again, never to abandon it, my old style, soft and light of touch.’ From the 1890s, there was a fresh emphasis on colour and sensuality in his paintings of female bathers, domestic scenes and the carefree, idyllic lives of pretty bourgeois girls.




In 1890, Renoir married Aline Victorine Charigot, a model for one of the figures in Luncheon of the Boating Party (1880-81). She was 20 years his junior and bore him three sons — Pierre (1885-1952), who became an actor; Jean (1894-1979), who would become one of France’s greatest film-makers; and Claude (1901-1969), who also worked in the film industry before becoming a ceramic artist. Jean and Claude were used by their father as models from a young age, with the younger boy sitting for 90 works.
• Gabrielle Renard, nanny to Renoir’s youngest child, became his muse and studio assistant
Gabrielle Renard, a distant cousin of Renoir’s wife, joined the household in 1894 as governess to the couple’s infant son, Jean. She quickly became an indispensable member of the family, as well as the artist’s favourite model.
Over two decades Renoir depicted Renard reading, sewing, or caring for children, as a washerwoman in the French countryside, and as a goddess in The Judgment of Paris. She was frequently portrayed as an object of erotic desire. Latterly, as Renoir worked in the studio, Renard acted as his assistant.
Between 1907 and 1911, Renoir painted several canvases of Renard loosely clad in a semi-transparent white chemise that falls open to reveal her ample form. Gabrielle au miroir (above), painted circa 1910, once hung in the living room of Peggy and David Rockefeller’s New York home.
• Henri Matisse visited Renoir often
From 1907 Renoir, who was suffering from rheumatoid athritis, spent his winters in Cagnes-sur-Mer on the French Riviera, and his summers in a village in the Champagne region. He first met Henri Matisse in late 1917, and the younger man became a frequent visitor to Cagnes until Renoir’s death two years later.
Matisse described Les baigneuses, painted 1918-19 (Musée d’Orsay, Paris), as ‘the loveliest nudes ever painted’, and was greatly influenced by Renoir’s studio masquerades, which in turn drew from Delacroix and Orientalism. When Matisse began his own series of odalisques in 1919, he followed Renoir’s example by posing his favourite models in the intimate surroundings of his studio, with no pretence at a plausible ethnography of costume or setting.






• Renoir lived to see his work hang in the Louvre
Over the course of his life Renoir painted several thousand paintings. Although he quickly found commercial success, he seemed to be driven primarily by his enjoyment of the act of painting. He once remarked to his teacher, Gleyre, ‘If painting were not a pleasure to me I should certainly not do it’. 

Shortly before he died in 1919 he visited the Louvre, where his work was now hung alongside the Old Masters he had long admired.



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