Federico Cantú
Capilla de los Misioneros de Guadalupe
Vitral 1958
La última cena es la comida final que, en los relatos evangélicos, Jesús compartió con sus apóstoles en Jerusalén antes de su crucifixión. La última cena es conmemorada por los cristianos, especialmente el Jueves Santo.La última cena provee de base bíblica a la eucaristía, también conocida como «sagrada comunión» o la «cena del Señor».La Primera carta de Pablo a los corintios menciona la última cena. Los cuatro evangelios canónicos afirman que tuvo lugar en la semana de la Pascua, días después de la entrada triunfal en Jerusalén y poco antes de que Jesús fuese crucificado esa misma semana.Durante la comida, Jesús predijo que iba a ser traicionado por uno de los apóstoles presentes y que, antes de la mañana siguiente, Pedro iba a negar tres veces haberle conocido El Evangelio de Juan no narra este hecho, pero cuenta que Jesús lavó los pies de los apóstoles (Juan 13:1-15) dando un mandamiento nuevo: «amaos los unos a los otros como yo os he amado» (Juan 13:33-35). Juan también relata un discurso de despedida, en el que llama a los apóstoles "amigos y no siervos", a medida que los prepara para su partida (Juan 14-17)Algunos académicos han considerado que la última cena es la fuente de las primeras tradiciones eucarísticas cristianas1819 pero tradicionalmente muchos cristianos lo usan para referirse a ese evento.Muchos protestantes usan el término «cena del Señor», argumentando que la palabra «última» sugiere que esta fue una de varias cenas y no la cena.
El primer día de los Ácimos se acercaron los discípulos a Jesús y le dijeron: —¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua? Jesús respondió: —Id a la ciudad, a casa de tal persona, y comunicadle: «El Maestro dice: “Mi tiempo está cerca; voy a celebrar en tu casa la Pascua con mis discípulos”».
Los discípulos lo hicieron tal y como les había mandado Jesús, y prepararon la Pascua. Al anochecer se recostó a la mesa con los doce. Y cuando estaban cenando, dijo: —En verdad os digo que uno de vosotros me va a entregar. Y, muy entristecidos, comenzaron a decirle cada uno: —¿Acaso soy yo, Señor? Pero él respondió: —El que moja la mano conmigo en el plato, ése me va a entregar. Ciertamente el Hijo del Hombre se va, según está escrito sobre él; pero ¡ay de aquel hombre por quien es entregado el Hijo del Hombre! Más le valdría a ese hombre no haber nacido. Tomando la palabra Judas, el que iba a entregarlo, dijo: —¿Acaso soy yo, Rabbí? —Tú lo has dicho —le respondió. Mientras cenaban, Jesús tomó pan y, después de pronunciar la bendición, lo partió, se lo dio a sus discípulos y dijo: —Tomad y comed, esto es mi cuerpo. Y tomando el cáliz y habiendo dado gracias, se lo dio diciendo: —Bebed todos de él; porque ésta es mi sangre de la nueva alianza, que es derramada por muchos para remisión de los pecados. Os aseguro que desde ahora no beberé de este fruto de la vid hasta aquel día en que beba con vosotros el nuevo, en el Reino de mi Padre. Después de recitar el himno, salieron hacia el Monte de los Olivos. Entonces les dijo Jesús: —Todos vosotros os escandalizaréis esta noche por mi causa, pues escrito está: Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño. »Pero, después de que haya resucitado, iré delante de vosotros a Galilea. Pedro le respondió: —Aunque todos se escandalicen por tu causa, yo nunca me escandalizaré. Jesús le replicó: —En verdad te digo que esta misma noche, antes de que cante el gallo, me habrás negado tres veces. Pedro contestó: —Aunque tenga que morir contigo, jamás te negaré. Todos los discípulos dijeron lo mismo.
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